¿Quién es Safara, la profe de Bahía Solano que estuvo en los Grammy?
En 2020 participó en una de las canciones de la banda sonora de la película ‘Al son que me toquen bailo’ y, ahora, varias de sus de canciones hacen parte de la banda sonora en la serie original de Netflix ‘Chichipatos’ junto con el actor y cantante Julián Cerati, sobrino de Gustavo Cerati; Tonny Ranks; Fabo y The Flack.o, bajo la producción de J Pulido López y Eusebio Valderrama.
¿Por qué Safara?
¿Te gusta cómo suena? (Risas) Primero: porque genera recordación, es un nombre africano, de la tribu zulú y significa fuego. Segundo: yo siempre quise buscar un nombre con el que me identificara, que me acercara más a mis raíces. Entonces me encantó. Una vez me senté a buscar y encontré ese y dije: esa soy yo. Me voy a cambiar el nombre, voy a hacer todo el proceso para llamarme Safara…
(Risas). Sí, entonces no recuerde mi nombre de pila. Mi esposo me dice Safara y nuestro hijo también. Los entornos en los que me conocieron como Jessica me dicen así, en el colegio… pero hasta mi papá, mis hermanos, me dicen Safara. Ese es mi nombre desde hace como cuatro años…
¿Hace cuatro años empezó su carrera musical o es de toda la vida?
Yo soy de Bahía Solano, y desde muy pequeña vengo con esto de la música. Inicié el proceso y, bueno, quedé embarazada de mi hijo y ahí paramos. Y hasta hace cuatro años encontramos la disquera con la que estamos, decidimos mostrar lo que estábamos haciendo y gustó porque con nuestro primer álbum quedamos nominados a los Grammy Latinos y pues eso significa que vamos por buen camino
Desde el sentimiento yo me defino como una ciudadana del mundo y no quiero que me encasillen en un género específico… En el primer álbum yo quería mostrar mis raíces, de dónde vengo, cómo sonamos en mi tierra, mis costumbres, pero el siguiente álbum habla más de mi, de Safara, de lo que siento, de mis vivencias, de lo que me gusta. En mi música hay fusiones de muchos géneros.
¿Por qué habla en plural?
Yo soy la parte visible, pero Safara somos mi productor y yo. Mi productor es mi esposo, nos conocimos creando música y terminamos creando otras cosas (risas)… Él es de Bogotá, fue cofundador del grupo Magical Beat, que fue uno de los grupos de ‘reggae’ de los 90 que alternaron con UB40, con varios duros. Yo siempre hablo de nosotros porque somos un equipo: yo soy la voz, la que escribe las canciones, y él hace la música, somos un equipo.
Tengo entendido que es profesora…
Soy pedagoga. Ahora estoy encargada de utilizar el teatro como una herramienta para trabajar otras disciplinas como la formación en valores, el método Kiva, que es en contra del ‘bullying’… Alterno mi trabajo como pedagoga con mi música. Además tengo proyectos hacia el futuro con todo el trabajo de la pedagogía y después de que pase el covid-19 voy a trabajar por la salud mental de los niños, niñas y adolescentes en mi territorio, entonces me sirve mucho mi trabajo como pedagoga alternándolo con el arte, con la música, esto es muy poderoso.
¿Cómo se combinó la pedagogía con la música?
Mientras estudiaba en la universidad empecé mi trabajo como pedagoga, siempre me gustó. Llevo muchos años trabajando como maestra, y me ha servido muchísimo porque muchas de las historias que descubro en este ejercicio de la pedagogía me han servido para escribir canciones. Esas dos son mis pasiones.
Llevo muchos años trabajando como maestra, y me ha servido muchísimo porque muchas de las historias que descubro en este ejercicio de la pedagogía me han servido para escribir canciones
¿Qué le dicen sus estudiantes cuando les cuenta que su música es de una serie de Netflix?
Yo me encargo de enseñarles que la música es más que solo entretenimiento, que la música debe trascender. A mí me tratan como la profesora, no como Safara. Es más, me dicen que me retire del colegio y me dedique a hacer mi música porque me quieren ver volando. El trabajo con niños siempre lo tiene cargado a uno de energía positiva, eso me haría mucha falta.